¿Cómo saber que debes renovar tu sofá?

Tu casa es tu castillo, el sitio donde te refugias luego de los agitados días de la vida moderna, allí descansas, compartes en familia y recibes a tus amistades. Por tanto, no hay duda de la importancia que tiene la comodidad en el hogar.

Comodidad que tiene dimensiones tanto físicas como psicológicas: debes estar y sentirte cómodo. En este contexto, un espacio fundamental en el hogar es el salón, sala de estar o recibidor. Allí pasas gran parte del tiempo en casa y, además, es donde recibes a tus visitas.

Este es el espacio donde quien te visita recibe la primera impresión de tu hogar, por lo que su decoración, condiciones y comodidad debe cuidarse con particular esmero.

Al mismo tiempo, el elemento centran del salón es el sofá, sea que conste de un elemento solitario de múltiples asientos o de un juego de sofás. Es el punto central tanto decorativamente, como funcionalmente.

Así que debes cuidar que tu sofá se encuentre en las mejores condiciones, tanto en lo que se refiere a suministrar la adecuada comodidad para quienes se sienten en el mismo, como en lo relativo a su estética.

En esto puede haber un inconveniente inicial y es el hecho de que, en ocasiones, nos encariñamos tanto con nuestro cómodo y bello sofá que nos negamos a ver las señales que indican que llegó la hora de cambiarlo.

Atención, si estás demasiado apegado al sofá, ten en cuenta que cambiarlo puede ser adquirir uno nuevo o remodelar el existente. En todo caso, lo primero es atender a las señales que te indican que llegó la hora de renovar.

Un sofá de calidad es un mueble costoso, así que no se trata de cambiarlo sin real necesidad. Veamos, entonces, cómo saber que llegó ese momento.

La funcionalidad

Más allá de la estética, que como te indiqué es muy relevante, tal como señala el portal cordobahoy.es, lo primordial de un salón es su funcionalidad. Al tiempo que lo primordial del salón es el sofá, llamado por ello El Rey del Salón.

Así que el sofá debe cumplir adecuadamente con la función que se le asigna. Es decir, que al sentarse allí, se esté plenamente cómodo.

Al momento de elegirlo, seguro cuidaste que cumpliera este parámetro correctamente, lo probaste y tenía el adecuado equilibrio entre firmeza y blandura. Un sofá excesivamente duro no proporciona descanso, mientras que uno demasiado blando, en el que te hundes demasiado, proporciona igualmente una incómoda sensación.

El problema es que, dependiendo del diseño y técnica de fabricación de tu sofá, inevitablemente, con el tiempo, los muelles y soportes van cediendo. Esto ocasiona que el sofá ya no tenga la resistencia adecuada y te hundas en el mismo. Este es un indicador claro de la necesidad de cambiarlo.

De hecho, en este caso, lo mejor es adquirir un nuevo sofá, ya que, corregir este tipo de fallas te saldrá mucho más costoso.

Otras fallas estructurales

Igualmente, puede ser que aun tu sofá tenga un soporte adecuado, pero, se presente otro tipo de fallas estructurales.

Tal es el caso de crujidos o la presencia de puntos que lleguen a lastimar al usuario, por algún muelle roto o elemento estructural desgastado. En aquellos casos de sofás reclinables puede verse afectado el mecanismo, bien sea impidiendo el reclinarse, generando ruidos indeseables o no ajustándose a las posiciones requeridas.

Un ángulo adicional de lo funcional

De igual forma, puede ser que debas cambiar el sofá no porque haya perdido condiciones para cumplir su función esencial, sino, porque requieras nuevas funciones.

Por ejemplo, que tu salón disponga de un sofá múltiple de tres puestos y requieras un sofá más grande. Así como, también, que optes por sustituirlo por un sofá cama, para resolver el problema de visitas que necesiten pernoctar.

Lo estético

Esta es la otra dimensión fundamental para determinar si es necesario cambiar el sofá. Un sofá que se muestre desvencijado, con la tapicería desgastada o rota, transmitirá una sensación de abandono. Para nada será una invitación de acogida a los visitantes.

Además del hecho de que una vez que la tapicería comienza a desgastarse, el inevitable resultado es una sorpresiva rotura al momento de sentarse. Lo cual, además de desagradable, es riesgoso para la integridad de quien lo usa.

De tal forma que, al percibir una decoloración de la tapicería o deterioro estructural de la misma, no debes dudar en cambiar el sofá.

Otro ángulo de lo estético

Puede que tu sofá, aunque ya tiene algunos años, se encuentre en condiciones totalmente aceptables y aun así te veas en la necesidad de cambiarlo.

Esto ocurre cuando decides cambiar la decoración del salón. Ten en cuenta que el sofá es el centro del diseño decorativo de cualquier estancia, hacia él se dirigen las miradas de quien entra en la misma.

Así que, si decides dar un giro al estilo decorativo, con toda seguridad deberás considerar adquirir un nuevo sofá.

Afortunadamente, hoy en día existe una amplia diversidad de estilos de sofás, sea que te decantes por un estilo minimalista, clásico, moderno, escandinavo, pop art, industrial o cualquier otro.

El criterio cronológico

Un enfoque para abordar el momento del cambio del sofá, sin esperar a que aparezcan señales inequívocas de la necesidad de su sustitución, es la vida útil estimada del mueble.

En este sentido, los expertos indican que un sofá de buena calidad tiene una vida útil media de alrededor de 16 años. Así que puedes optar por cambiar tu sofá cumplido este plazo, aunque, aparentemente, este en buenas condiciones.

De esta manera te ahorras sorpresas indeseadas, garantizando que tu sofá siempre estará en condiciones óptimas.

Claro está que dicha vida útil dependerá de múltiples factores, desde la calidad de los materiales, pasando por la técnica de factura, hasta el uso que se haga del mueble.

No es igual un sofá de madera maciza y tapizado de cuero bien trabajado, al que se le hace el mantenimiento periódico adecuado, que uno de tejido sintético y de estructura de aglomerado.

En todo caso, un examen cuidadoso te dará indicios del estado de tu sofá, para decidir que tanta vida útil le resta, sin afectar los aspectos funcionales y estéticos deseados.